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miércoles, 18 de marzo de 2015

17.- DEBERÍAMOS IR PENSANDO EN DEJAR DE PRODUCIR PARADOS Y PONERNOS A FABRICAR ALGUNA COSA.



    Existen dos tipos de empresarios, los que piensan que sus trabajadores ganan dinero gracias a él, y los que creen que gracias a sus empleados existe la empresa y sus ganancias.

    Existen dos clases de trabajadores, los que están constantemente estudiando cómo realizar el mínimo esfuerzo para no dar palo sin que lo parezca, y los que con su esfuerzo y colaboración consiguen sacar adelante la continuidad empresarial en la que todos están implicados.

Las decisiones marcarán nuestras vidas
    Existen dos tipos de consumidores, los que al adquirir un producto no tienen en cuenta nada, y erróneamente creen que el precio es lo que le cuesta un producto, y los que responsablemente hacen una compra.

    Y existen tres (siempre existe alguien jodiendo la ritma) clases de gobiernos, los que legislan para aminorar las diferencias entre los ciudadanos de su país, los que hacen todo lo contrario, y el De Mariano #JoyMari, mi antiguo compañero  de pupitre en la #CandemiaDeLaSrtaJloria.

     Con esta amalgama simplificada de posibilidades, nos salen que existen 23 combinaciones de realidad empresarial en un país, y además la española.


Una técnica, mediocre
         Dicen, los que dicen que entienden, que la realidad de la empresa española es poliédrica. Yo no lo sé, pero creo que nos convendría empezar a hablar de la forma que la gente entienda lo que se le quiere comunicar. Nunca sufrimos una época en las que nos bombardean con tantos términos que no entendemos, ni con tanta falsedad en los que podríamos entender. Si pretendemos ponernos al día (sobre todo en política y en  tecnología) escuchando las noticias, apañados vamos. Para entender una noticia antes hay que dominar el asunto que mencionan, lo cual es un total contrasentido. Yo no sé si ya os habéis dado cuenta, pero cuando escucháis algo, que vosotros conocéis profundamente, os asombráis de lo inexacto y manipulado que está su contenido. Pues exactamente pasa lo mismo en la inmensidad de noticias que no dominamos.


El milagro de los panes y los peces

   
        Por eso cuando nos dicen que ha bajado el paro, o aumentado las afiliaciones a la seguridad social, podrían estar timándonos de la forma más injusta, aunque espero y deseo que no sea así.

    Que trabaje de vez en cuando más gente, aunque sea por menos dinero, puede que no ser malo de todo, incluso una buena fórmula para muchos habitantes que no podrían hacerlo de otra forma, pero de ahí a que sea la única opción disponible y constituya un vuelco a la triste tendencia de reparto de nuestras miserias, y a una solución a la situación catastrófica de nuestra realidad laboral, solo se puede entender como una falta del más mínimo respeto al raciocinio general que por suerte conservamos.


      El empleo, aunque pueda parecer paradójico, se encuentra en los lugares donde fundamentalmente se fabrican cosas. Este hecho  en solitario no garantiza que sea un empleo digno y una manera justa de consumir nuestra triste vida.
Traballar pa quecer, é mellor morrer de frio

 Es fundamental que el gobierno legisle de forma adecuada para evitar desequilibrios innecesarios y es imprescindible que los ciudadanos tengan claros sus hábitos de consumo. En el estado en el que nos encontramos, ya no es suficiente con que el gobierno “colabore” como lo hace la gallina cediendo sus huevos en un desayuno Inglés. Es necesario que se “implique” como lo hace el cerdo aportando su panceta. Parecido pero con un matiz y consecuencias contundentemente diferentes.

         Al mismo tiempo, tampoco nuestra actitud como consumidores puede seguir siendo pasiva. Resulta muy ilustrativo ver cómo, de forma general, nos quejamos de la falta de trabajo, y al mismo tiempo no nos preocupamos ni en grado mínimo de cambiar nuestros hábitos y decisiones como consumidores, sin importarnos lo más mínimo la procedencia de las cosas, que pueden favorecer la resolución de parte de nuestros problemas. Es como el que tiene un colesterol de 300 y solo se alimenta de chorizos de importación, despreciando la buena calidad y la abundancia, de los que nosotros tenemos (#BúscaleElMátiz).

Sembramos cebollas con la raiz hacia arriba

      No podemos luchar contra la competitividad únicamente vía bajada de salarios, eso solo seguirá aumentando las diferencias entre los que tienen mucho y los que ya nos les queda nada. Tampoco se pueden hacer planteamientos temerarios sin más, de subida de salarios. No es posible, simplemente viviríamos bien el escaso tiempo que tardaríamos en darnos cuenta de que es un error. Solo hay una salida, en vez de recortar, potenciar la innovación, la investigación, el desarrollo y la formación de la población, pero al mismo tiempo poniendo los mecanismos adecuados para rentabilizarla. Es decir, todo lo contrario de lo que se está haciendo actualmente. El tinglado de sociedad y modelo económico que tenemos montado, no tiene solución para los problemas del mundo global en el que vivimos. Se basa en que, para un país le vaya mejor otros tienen que empeorar, por eso no queda más que pelear en el campo de la innovación y la inventiva con excelencia, no en el señuelo del precio y de la miseria.


Industria 4.0
   Europa, demasiado tarde, se ha dado cuenta del error más brutal que ha cometido en las últimas décadas. Desplazar la producción fuera de sus fronteras ha sido letal para mantener el equilibrio necesario de sus habitantes. La producción foránea ha beneficiado enormemente a unos pocos, con la captura de dinero inmediato y fácil, y pone al borde del principio a la gran mayoría de sus habitantes. Una vez más el interés desorbitado y enfermizo de unos pocos, condiciona las vidas de la gran mayoría de la población. Ahora, sacamos a bombo y platillo, y de modo desesperado la nueva generación Industrial, denominada 4.0, en la que las máquinas deberán tomar sus propias decisiones, mientras coartamos y limitamos las iniciativas de la gente.
        Potenciamos “el internet de las cosas” (IoT) y queremos que los coches hablen entre sí y con la propia carretera (Car2X), cuando, con nuestros malos hábitos, tenemos bajo mínimo la conversación y charla interna de sus tripulantes. Queremos potenciar las Ciudades Inteligentes (SmarCities) pero seguimos tratando de idiotas a las personas que las habitan.
        Seguimos siendo duros de mollera y no damos aprendido de nuestras torpezas y grandes errores. Todas estas invenciones y nuevos métodos no serán adecuados si no las centramos en las personas. En la empresa hay que fomentar la convivencia, y el equipo humano es la base de su éxito. Ya pueden todos ser muy tecnológicos, ya pueden existir ejecutivos sin escrúpulos, tiburones de la avaricia y enamorados consigo mismo, que con que no nos ganemos la confianza de los colaboradores, la famosa productividad y éxito del proyecto será un desastre. Hay muchos empresarios con demasiados comportamientos contrarios al éxito de la empresa. El desprecio y falta de trato manifiesto con sus empleados, es el error más grave en este oficio. Normalmente en una empresa sabemos hacer muchas cosas, solo nos falta aprender a no hacer lo que no se debe.



     
Un pasito más, y ya tenemos los precios de antes!!!





        A nivel individual cambiar las cosas es muy complicado, por eso nuestros gobernantes deberían ser personas preparadas, no populistas (aunque suene parecido), que nos guiaran por la senda de la coherencia. Como diría Manuel Manquiña, el problema son los conceptos. Y dentro de los conceptos, algo tan complicado como lo que es “caro” o “barato” pocos lo controlan, o lo que es peor, no lo tratan adecuadamente y lo simplifican erróneamente, limitándose al análisis de un simple parámetro, obviando que un producto/servicio está compuesto por una paleta de matices.






Ingenio, no nos falta
      Por eso, en la ingente cantidad de producto que sin necesidad estamos importando, lo hacemos pensando erróneamente que económicamente nos favorece, y sin embargo es una de las causas más claras de todas nuestras penurias.

        
        Aunque no nos demos cuenta, el dinero que aportamos al comprar una baratija de las que no tiene sentido que importemos, corresponde al pago del primer plazo de una compra en “diferido” (si, como las mensualidades de Bárcenas). Erróneamente pensamos que hemos sido muy listos, y que ya hemos finalizado el pago, pero nos hemos metido en un crédito que difícilmente acabaremos pagando, y los siguientes plazos caerán sobre nosotros como auténticas losas que nos aplastan y nos sacan la respiración. Solo los pagaremos con nuestras vidas.


         Así es. Los siguientes pagos vienen disfrazados en carencias de fondos para servicios sociales, en necesidad de dinero para limosnas de supervivencia, en gastos cuantiosos de perjuicios medioambientales que acabarán arruinando nuestra existencia, o en recortes mortíferos sobre el conjunto de la innovación, que llevarán al país al mundo de las tinieblas.
         Por eso, hay que ser peleones, #BúscaleElMátiz a las cosas, y si te hablan de un túnel, estimula tu creatividad y aplícale el sentido poliédrico, percátate de que, si ese mismo túnel lo pones en vertical, viene siendo un pozo sin fondo. Ni más ni menos.
Suerte.





       Nota: Para ver alguna bobada más, sin que tengas que esperar a que me dé otro arrebato, igual en twitter saco algún rato: @mikeltrujillo
   
















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